ELECTRIC SHEEP RUNNER - Rick Deckard

Continuamos comparando BLADE RUNNER y la novela de Philp K Dick ¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS?




Rick Deckard
La novela de Philp K Dick comienza en la cama a la hora de levantarse a trabajar.
Rick Deckard no es una mezcla de cow-boy solitario y detective de novela negra. No es un hombre solitario es un hombre casado con una mujer que se programa depresiones en el aparato regulador de emociones.
No es obligado contra su voluntad a cazar androides, sino que es un funcionario con un sueldo base y una bonificación por androide cazado.
Y aquí sí que aparecen las ovejas eléctricas.
No deberían ser eléctricas, deberían estar vivas. Por cuestiones religiosas. Pero eso es un tema que trataré más adelante.
Aquí lo que quiero mostrar es como el personaje principal es un diseño de holywood y no un personaje dickiano.
Eso afecta a todo el sentido de la novela. Porque los problemas que Rick Deckard va a tener con la captura de los androides implican su condición humana, y no los conflictos místicos de los androides.





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PRIMERAS LINEAS DEL LIBRO

Una alegre y suave oleada eléctrica silbada por el despertador automático del órgano de ánimos que tenía junto a la cama despertó a Rick Deckard.  Sorprendido —siempre le sorprendía encontrarse despierto sin aviso previo— emergió de la cama, se puso en pie con su pijama multicolor, y se desperezó. En el lecho, su esposa Irán abrió sus ojos grises nada alegres, parpadeó, gimió y volvió a cerrarlos.

—Has puesto tu Penfield demasiado bajo —le dijo él—Lo ajustaré y cuando te despiertes...

—No toques mis controles —su voz tenía amarga dureza—No quiero estar despierta.

El se sentó a su lado, se inclinó sobre ella y le explicó suavemente:
—Precisamente de eso se trata. Si le das bastante volumen te sentirás contenta de estar despierta. En C sobrepasa el umbral que apaga la conciencia.

Amistosamente, porque estaba bien dispuesto hacia todo el mundo —su dial estaba en D— acarició el hombro pálido y desnudo de Irán.

—Aparta tu grosera mano de policía —dijo ella.
—No soy un policía —se sentía irritable, aunque no lo había discado.
—Eres peor —agregó su mujer, con los ojos todavía cerrados—Un asesino contratado por la policía.

—En la vida he matado a un ser humano.
Su irritación había aumentado, y ya era franca hostilidad.
—Sólo a esos pobres andrillos —repuso Irán.
—He observado que jamás vacilas en gastar las bonificaciones que traigo a casa en cualquier cosa que atraiga momentáneamente tu atención —se puso de pie y se dirigió a la consola de su órgano de ánimos—No ahorras para que podamos comprar una oveja de verdad, en lugar de esa falsa que tenemos arriba. Un mero animal eléctrico, cuando yo gano ahora lo que me ha costado años conseguir —en la consola vaciló entre marcar un inhibidor talámico (que suprimiría su furia), o un estimulante talámico (que la incrementaría lo suficiente para triunfar en una discusión.)



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